6 datos de la malla antihierbas que probablemente desconocías
La malla antihierbas es uno de los productos de jardinería más utilizados por profesionales y aficionados a la jardinería. Sin embargo, las creencias en torno a este básico no siempre son acertadas.
Como proveedores de malla antihierbas, hemos detectado ciertos mitos sobre este material y queremos desmentirlos uno a uno para que dispongas de la información correcta a la hora de utilizarlo.
1. No impide que crezcan malas hierbas
Éste es quizás el mito más extendido y el que hemos escuchado más veces. La malla antihierbas, pese a su nombre, no impide por completo que proliferen las malas hierbas, sino que reduce su aparición.
Si has colocado una malla de este tipo y has visto crecer vegetación en la zona no es porque la hayas instalado de manera incorrecta, sino porque su utilización dificulta la aparición de hierbas, pero éstas tienden a buscar un hueco entre las puntadas de la malla para salir a la superficie.
¿Significa esto que la malla antihierbas no sirve para nada? En absoluto. Con algunos trucos conseguirás eliminar casi al 100% las hierbas indeseadas.
2. Eliminar las hierbas es posible si sabes cómo
La única forma de acabar con las malas hierbas casi al 100% es mediante el uso de dos o tres capas de malla antihierba, lo cual refuerza su estructura y hace mucho más complicado que penetre la vegetación. Sin embargo, es posible que aún encuentren algún hueco por el que aflorar. Para evitarlo, lo ideal es aplicar herbicidas.
¡Ojo! Si recurres a estos químicos, asegúrate de hacerlo en un terreno en el que ya no vayas a plantar.
3. La malla no genera charcos
Otra falsa creencia que existe en torno a la malla antihierbas es el hecho de que genera charcos o acumulaciones de agua en el terreno, algo absolutamente equivocado.
Aunque la malla es de plástico, su tejido está pensado para que la lluvia y el agua se filtren con mucha facilidad, por lo que su uso es totalmente recomendado tanto en zonas cálidas y secas como en aquellas más frías, húmedas o lluviosas.
4. Escoger el color adecuado de la malla es clave para su ocultación
A menudo vemos jardines en los que la malla antihierbas es visible, lo que la convierte en un elemento que estropea la estética del conjunto, pues no se trata de un producto especialmente atractivo.
Lo ideal es cubrirla por completo con una buena capa, por ejemplo, de piedras decorativas. Si esa capa es lo suficientemente gruesa, la malla no debería entreverse.
Sin embargo, bien por una cantidad de piedras insuficiente o bien por el propio el paso del tiempo, es posible que la malla sea visible en algunos puntos pequeños del espacio. Para ello, es aconsejable escoger un color de malla claro u oscuro en función de lo que vayamos a colocar sobre ella.
En DEPIEDRA disponemos de dos tipos: blanca y negra. Y están especialmente diseñadas para pasar desapercibidas si colocamos sobre ellas piedras claras (malla antihierbas blanca) o piedras oscuras (malla negra).
5. La unión entre dos piezas de malla, el punto más conflictivo
Es habitual que tengamos que colocar varias piezas de malla antihierbas porque con una no sea suficiente, bien porque el terreno es muy amplio o porque su forma no es rectangular.
En estos casos, en cada unión entre dos mallas conviene superponer al menos 50 centímetros de una malla sobre la otra. De esta forma, nos aseguraremos de que las plantas no aprovechen el corte realizado para aflorar a la superficie.
6. Las piquetas, fundamentales para que no se levanten los bordes
Las piquetas de colocación son elementos fundamentales en la instalación de la malla antihierbas. Su cometido es doble:
Por un lado, facilitan la colocación y el montaje de la misma. Cuando hayamos colocado la malla, debemos fijarla al terreno con piquetas, poniendo al menos dos en cada uno de los vértices.
Por otro lado, con las piquetas clavadas correctamente evitaremos que la malla se doble o que acabe saliendo a la superficie, especialmente por los bordes, que es lo más habitual.
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